martes, 1 de julio de 2025

Tipos de Periodismo


1.- Periodismo de Información.-  Se enfoca en informar  sobre los hechos y eventos ocurridos.

2.- Periodismo de Investigación.- Investiga y analiza temas complejos con el fin de revelar información nueva o desconocida.

3.- Periodismo de Opinión.- Expresa puntos de vista y de análisis sobre temas de actualidad.

4.- Periodismo Narrativo.- Utilizan técnicas de narración para contar historias y presentar información de manera atractiva.

5,. Periodismo Ciudadano.-  Implica la participación activa de los ciudadanos en la recopilación y difusión de información.

6.- Periodismo de Datos.- Utiliza datos y análisis estadísticos para presentar información y revelar tendencias.

7.- Periodismo Ambiental.- Se centra en la cobertura de temas relacionadas con el medio ambiente y la sostenibilidad.

8.- Periodismo de Salud.- Cubre noticias y temas relacionados con la salud y el bienestar.

9.- Periodismo de Tecnología.- Se enfoca en la cobertura de noticias y avances en el campo de la tecnología.

10.- Periodismo de Entretenimiento.- Cubre noticias y temas relacionados con la cultura popular, el cine, la música y el teatro.


Campañas del Sur: 5. El Pueblo Chileno demuestra su adhesión al Rey Fernando VII

 



La acción llevada a cabo por Napoleón a España, al ocuparla en el momento que el renunciado Rey Carlos IV permitió a su aliado ingresar a territorio español para invadir Portugal. La Metrópoli del Imperio se veía invadida y su Rey Fernando VII apresado y llevado cautivo a Francia, esto afectaba la información que llegaba a sus colonias americanas al anunciarles siempre diferentes sucesos y Chile no estaba afecto a estas noticias, donde se incluían aquellas cuya finalidad era generar incertidumbre y temor dentro de las poblaciones existentes en las colonias americanas. Producto de esto se realizaría una febril actividad propagandística al interior del país y en especial en Santiago, llevando a ver una serie de proclamas manuscritas destinadas a persuadir la fidelidad de los chilenos a su legítimo rey: “Una de ellas llevaba este título: “advertencias precautorias a los habitantes de Chile”. Excitándoles a conservar su lealtad en defensa de la religión, del Rey y de la Patria, sin escuchar a los sediciosos que sugieren ideas revolucionarias con motivo de los últimos sucesos en España”. Su autor, que no daba nombre, recordaba con gran efusión de fidelidad al soberano legítimo, aunque con muy poco arte literario, exponía los desgraciados acontecimientos de la metrópoli y pedía a todos los chilenos que se mantuviesen unidos, que reconociesen a la Junta de Sevilla como el gobierno de la nación y que abrigasen la confianza de que España saldría victoriosa en la lucha que se iniciaba y que repondría en el trono a Fernando VII…” (Historia General de Chile. Tomo VIII. Diego Barros Arana. Parte Sexta. Primer Periodo de la Revolución de Chile de 1808 a 1814. Páginas 37 y 38. Centro de Investigaciones Barros Arana. Editorial Universitaria. Segunda Edición. Santiago de Chile-2002).

                La proclama expuesta en el párrafo anterior, tal como expone Barros Arana, daba luces que, en la población de la Capitanía General de Chile, “existían personas de espíritu díscolo, hombres desalmados e hipócritas, falsos profetas que anunciaban desgracias con miras interesadas en trastornos” (Historia General de Chile. Tomo VIII. Diego Barros Arana. Parte Sexta. Primer Periodo de la Revolución de Chile de 1808 a 1814. Página 38. Centro de Investigaciones Barros Arana. Editorial Universitaria. Segunda Edición. Santiago de Chile-2002). Las exposiciones redactadas en favor del Rey, en contra del trono usurpado por el tirano francés y la idea de preservar o resguardar los territorios coloniales de América para el Rey Fernando VII, muchas veces elaboradas con mal estilo, pero con fuerte emoción conllevaban a persuadir a la población para mantener la lealtad al Rey Fernando VII y a las Juntas de Gobierno establecidas en España, como la de Sevilla. Estas notas de gran persuasión produjeron lo esperado dentro de los habitantes del país y en especial en las ciudades de Santiago y Concepción. En aquellas notas que la población de Chile se dejaba persuadir y demostrar su lealtad al Rey cautivo, también comenzaba a exhibir una diferencia de pensamientos e ideas, donde ciertos sujetos en sus exposiciones y pasquines dejaban traslucir pensamientos emancipadores en el país, a pesar de mantenerse leales al rey español, Fernando VII y a la Junta de Gobierno existente en Sevilla, España.

                Uno de estos manifiestos expuestos públicamente donde no figuraba quien lo había escrito, fue adjudicado al escribano del Consulado del Virreinato de Nueva Granada (Colombia, Panamá, Ecuador), Don Ignacio de Torres. Al ver lo redactado en aquella nota, los enemigos más acérrimos de toda idea que expusiera algún precepto ideológico vinculado a la libertad y la independencia de las colonias en América, se alarmaron ante el nuevo peligro que surgía, solicitando a las autoridades que se castigase al autor de dicho escrito. Los capitulares de Santiago “observando que ese escrito es calumnioso a la constante fidelidad que anima a todo este pueblo hacia su augusto y amado soberano, que tiene por objeto sembrar discordias y anunciar ideas perjudiciales a la educación popular por el medio hipócrita de amonestar a los fidelísimos vecinos de Santiago  a separarse del espíritu de facción contra el Estado, cuyos crímenes jamás se han advertido en el país, que además,  está lleno de contradicciones y falsedades que comprueban la maligna intención del que lo ha firmado, resolvieron se pasase  con el correspondiente oficio al muy ilustre señor presidente, solicitando se sirva a su señoría formar la correspondiente sumaria  en pesquisa de su autor y, que descubierto, se le impongan las penas que dictan las leyes contra los crímenes de primera clase”. (Historia General de Chile. Tomo VIII. Diego Barros Arana. Parte Sexta. Primer Periodo de la Revolución de Chile de 1808 a 1814. Página 38. Centro de Investigaciones Barros Arana. Editorial Universitaria. Segunda Edición. Santiago de Chile-2002).

                El escribano, Ignacio de Torres, al conocer los cargos que se le imputaban producto de la expuesto en aquel manifiesto manuscrito, que al igual que muchos, habían sido redactado desde la emocionalidad de la persona, hizo que aquel escribano del consulado de Quito se presentase ante el Gobernador, Francisco Antonio García Carrasco, con la propósito de mostrarle su lealtad al Rey Fernando VII y  que las causas que lo motivaron a redactar aquel Manifiesto, nacieron de las discusiones que había enfrentado con diferentes personas  dentro de la ciudad de Santiago, porque ante una situación de invasión francesa al país, los habitantes de la Capitanía General de Chile, tenían el derecho y el deber de insurreccionarse contra toda dominación extranjera. Aquella nota manuscrita era motivada en defensa de Dios, la religión y el Rey, culminando con la osadía de ofrecer su propia vida por mantener aquello. Este evento deja en claro la existencia en 1808, de personas que ya soñaban obtener la independencia de las colonias americanas y liberarse del control del Imperio español. Aquellas acciones permiten hoy en día lograr apreciar que tres años antes de la creación de la Primera Junta Nacional de Gobierno en Chile (18.09.1810), había luces en ciertas personas del país de soñar con lograr emanciparse de España. Se vera posteriormente que las ideas políticas de Ignacio de Torres, irían alterándose al compás de los hechos y del momento, llevando a este sujeto a ser uno de los asistentes al Cabildo Abierto del 18 de septiembre de 1810, donde se constituyó el primer Gobierno Nacional de Chile. Ignacio de Torres tomaría parte en varias manifestaciones patrióticas durante el primer periodo de la revolución, que se conoce como Patria Vieja (1810-1814). El escriba del Consulado de Quito sufriría el confinamiento en la Isla Juan Fernández, junto a otros patriotas, durante la época de la Reconquista.

                El Gobernador Francisco Antonio García Carrasco, estimaba la inconveniencia de proseguir con los procesos que consideraban algunos personajes sobre las intenciones sediciosas del autor de aquel manifiesto. Al parecer, sus intenciones eran dar ejemplo de lo que depararía a quienes osaran expresar ideas que fueran más allá de la preservación de los territorios coloniales al Rey español retenido por los franceses, Fernando VII. Lo único que lleva a suponer, a la distancia de los años, que ya en los años de 1808 y 1809, existían personas dentro de la Capitanía General de Chile que soñaban con la emancipación del país y cimentaban sus esperanzas en la posibilidad que se generaba al ver que el trono imperial español había sido usurpado por un monarca extranjero y las colonias podían constituirse en gobiernos “provisionales”, del mismo modo que las Juntas que se habían establecido en la metrópoli imperial (entiéndase esta por España), y negar así, obediencia al usurpador y a través de ello avanzar a una total independencia.

                Como se irá apreciando, el Gobernador Antonio García Carrasco estaba lleno de vacilaciones y perplejidades, su tendencia natural lo llevaba a involucrarse con individuos de dudoso proceder dentro de la sociedad criolla de ese tiempo y tenía un especial afán por encontrarse inmiscuido en hechos de contrabando, corrupción y otras acciones que sólo demostrarían la escasa capacidad que poseía Antonio García Carrasco para liderar y dirigir al país. Basaba su cargo sólo en la autoridad que este daba. Francisco Antonio García Carrasco, mantuvo la confianza que la mayoría de la población de la Capitanía General de Chile se mantendría leal al soberano español, Fernando VII. Lo ocurrido en España generaron en él una inseguridad de tal proporción, que no se atrevió a desconocer el gobierno impuesto por el invasor francés, como tampoco, reconocer a José Bonaparte como el monarca de España y su Imperio. En esta compleja y vacilante situación, Francisco Antonio García comenzó depender de las directrices e informes que recibía de los Virreinatos del Perú y de La Plata, haciendo caso a las instrucciones de Abascal y de Liniers como también a las sugerencias que estos virreyes le enviaban como consejos, pero más cercano a las actitudes del Virrey de Las Provincias de La Plata que al fiel y leal Virrey del Perú, José Fernando Abascal y Sousa.

                El comportamiento irresoluto del Gobernador García Carrasco, hacia que su conducta fuera cavilosa y reservada, y para mantener su autoridad y el poder vio la necesidad que la marcha de los acontecimientos lo llevara a definirse por una u otra opción; en tanto, su superior, el Virrey Abascal desde el comienzo de los acontecimientos que se vivían en España, tomaba la decisión de jurar lealtad al Rey Fernando VII y desconocer al usurpador francés, mientras que el Virrey de las Provincias Unidas del Rio de la Plata, Santiago Antonio María de  Liniers y Bremond fue más afín al proceder de Francisco Antonio García Carrasco. Santiago Liniers mantuvo una conducta ambigua e insegura de optar desde un principio por una de las dos alternativas, temía por un lado reconocer al emperador impuesto por el francés invasor o jurar lealtad al Rey Fernando VII y a la Junta de Sevilla. La compleja situación existente en plena Metrópoli del Imperio (España), embargaba al Gobernador de la Capitanía General de Chile, Francisco Antonio García Carrasco, quien en misiva enviada al Virrey de las Provincias del Rio de La Plata, deja traslucir su vacilante actitud: “Excelentísimo Señor: La carta de V.E., de 17 del mes próximo pasado, y su proclama, aumentarían, si fuese posible, la perplejidad y angustia a que me reducían las noticias públicas, de cuyo estado pensaba salir de por medio de su correspondencia. Los principios de rectitud y firmeza que establece V.E., son los que únicamente convienen a esta parte de nuestra agitada nación, y que seguramente nos conducen por el camino de la justicia; pero, el practicarlos con acierto, conservar la unión de ideas y la dirección de uniforme de acciones a un mismo objeto en tan vastos y diversos terrenos, bajo de gobiernos independientes y distantes, sólo puede verificarse por un sistema formado sobre el conocimiento intimo de las cosas y ocurrencias que han de guiar a nuestras operaciones. Felizmente la providencia ha desvanecido la oscuridad que me acongojaba: ya sabemos dónde aplicar nuestros esfuerzos, y veo con la satisfacción que permiten las circunstancias, que en estos habitantes reinan general y eficazmente los más leales sentimientos, y que sabrán imitar el ejemplo de ese valeroso pueblo, que tanto ha influido en estos países. Puede V.E. asegurarlo sin riesgo de equivocarse; y yo creo estar en el caso de afianzar que los moradores todos de este suelo regado con la sangre española, no lo cedan, sino dejando de existir. Aman a sus reyes, son frugales, pobres y belicosos, conservan la memoria de sus heroicos predecesores, y están penetrados de la justicia de la causa nacional, así como del interés que tienen en sostenerla. Estos son los recursos que hacen invencibles y que proporcionan a los que nos tocó la suerte en mandar en tan espinosa época, las satisfacciones que ha merecido V.E. Procuraré seguir sus huellas, me uniré a sus ideas y creo que este es el medio más seguro de hacer ver al mundo entero que los enemigos de la nación  encontrarán siempre, y en todos los puestos de ella la misma resistencia  con que hoy defiende su constitución y a su soberano la Península, a quien debemos ayudar con nuestros auxilios , ejemplo y ruegos al Omnipotente. El día 20 de este mes será proclamado y jurado, con toda la solemnidad posible, nuestro augusto soberano, el señor don Fernando VII. Dios guarde a V. E. muchos años. Santiago de Chile, 17 de septiembre de 1808. Excmo., señor. Francisco Antonio García Carrasco. Excmo. Señor virrey de las provincias del Río de la Plata” (Historia General de Chile. Tomo VIII. Diego Barros Arana. Parte Sexta. Primer Periodo de la Revolución de Chile de 1808 a 1814. Páginas 39-40. Centro de Investigaciones Barros Arana. Editorial Universitaria. Segunda Edición. Santiago de Chile-2002).

                Mientras el Gobernador de la Capitanía General de Chile, Francisco Antonio García Carrasco, mostraba en su escrito la decisión de seguir por lo que optaba el virrey de las provincias del Rio de la Plata; el Cabildo de Santiago se encontraba abocado a la celebración de la proclamación y jura de lealtad al soberano, emanada por real cedula del día 10 de abril de 1808, en los pocos días que ocupo el trono antes de caer cautivo de los invasores franceses. Para ello se había fijado el día 20 de septiembre de 1808, pero producto de las perplejidades e indecisiones del gobernante y otros miembros de las instituciones gubernamentales de la Capitanía General de Chile, debió aplazarse unos días más, estableciéndose como fecha el domingo 25 de septiembre de ese mismo año (1808).  La proclamación se realizó con toda la solemnidad y estilo, pero con menos estrepito a la hecha en el año 1789, para proclamar a Carlos IV Rey de España y del imperio. Muchos empleados y civiles habían colocado el retrato de Fernando VII en sus sombreros y en los distintos departamentos de la administración de gobierno, se colocaban cuadros del novel rey, Fernando VII; pero ahora no hubo acuñación de monedas y medallas conmemorativas con la efigie del nuevo soberano, como tampoco se lanzaron cambios metálico a la población, aunque la muchedumbre hizo expresiones sinceras y leales en favor del Rey Cautivo, pero en la clase alta de la población se dejaba apreciar un mal disimulado y retraído ademán favorable al rey, producto de los acontecimientos que estaban ocurriendo en el viejo continente, en especial en la Península Ibérica.

                 Aquella conducta contradictoria de los individuos de las familias más conspicuas de la sociedad santiaguina, era dado por el temor que ellos al igual que el Gobernador y algunos miembros de la administración del Estado chileno de ese entonces tenían, en referencia a dejar de ejercer los puestos que realizaban dentro del poder gubernamental colonial en la Capitanía General de Chile. Había un terror en el país a exponer sentimientos en contra del gobierno de hecho que existía en Madrid y que se mostraba cimentado en un poder casi indestructible. Muchas personas altamente caracterizadas vieron en aquellas fiestas en un mero aparato pirotécnico momentáneo, al considerar que el Rey Fernando VII, no volvería nunca más a colocarse la corona de monarca español y del Imperio. En todas las ciudades y pueblos existentes en el territorio de la Capitanía General de Chile, se hicieron acciones que mostraba la lealtad de la población al rey Fernando VII y de menosprecio hacia el usurpador francés.

                Como se ha expresado, dentro de la Capitanía General  de Chile, desde el Gobernador, García Carrasco, hasta los más altos funcionarios de la administración colonial del país, mostraban una actitud que bordeaba la distancia y falta de espontaneidad para manifestar su fidelidad a Fernando VII, no logrando ocultar sus verdaderas intenciones, llegando a incumplir lo dictaminado con fecha 8 de abril de 1808, en un documento, donde se solicitaba a sus dominios en América y otras regiones del mundo, a la acuñación de monedas con la efigie de Carlos IV, padre de Fernando VII, hasta que se recibieran las matrices provenientes de España con el rostro de Fernando VII. Los eventos ocurridos en la península Ibérica, en España no permitieron el envío de estos.

                En Chile el Superintendente de la Real Casa de Moneda, don José Santiago Portales y Larraín (padre de Diego Portales y Palazuelos), en vista de las últimas noticias, pedía a García Carrasco, que se acuñaran monedas con el rostro de Fernando VII, cuyo molde podía hacerse en el país, dada la imperiosa necesidad de hacerlo y sin esperar que las enviaran desde España. Portales exponía: “Importa, que Chile manifieste en sus monedas al monarca que reconoce, pues circulando en todo el orbe culto, servirán de un verdadero manifiesto de su fidelidad y gratitud”. El Gobernador Francisco Antonio García Carrasco, no permitió la acuñación de estas monedas, excusándose con diferentes pretextos, siendo uno de ellos: “que podían carecer de su valor real”. A ello, además exteriorizaba: “que no lo tendrían, dado que el busto podría no ser igual al original y a las facciones del rostro de Fernando VII, así también, las monedas con el rostro proveniente de las matrices de España, eran las legitimas y por ende darían el valor nominal a las monedas que se acuñarían en el país”.

                El Gobernador García Carrasco a pesar de su ambigüedad política, en pos de mantener su cargo y autoridad alcanzada, confiaba que el pueblo de la Capitanía General de Chile se mantenía leal al Rey de España, Fernando VII, pero esto no era suficiente para haber otorgado la determinación de mostrar su lealtad al Rey cautivo, predominando en este gobernador el temor a perder su puesto político alcanzado, haciéndolo ver ante los ojos de la población del país como un sujeto indeciso y dual. Al igual que García Carrasco, los miembros del Cabildo de Santiago, confiaron en la lealtad del pueblo colonial chileno, abriendo sesión el 8 de octubre de 1808, donde acordaron hacer grandes esfuerzos con la finalidad de auxiliar a la población española en su arrojo por expulsar al invasor francés y proteger la soberanía española, además, conservando su lealtad al Rey Fernando VII. Por ello, esta institución (El Cabildo), organizó una comisión, compuesta por un alcalde y seis regidores, quienes estarían encargados de recopilar los donativos voluntarios, entre todos los vecinos, con el claro objetivo de socorrer a España. La actividad propagandística surgía con gran fuerza; la idea de persuadir a los habitantes y vecinos cercanos a Santiago para que contribuyeran con su esfuerzo, a través de aportes, y solicitando a los cabildos de otros pueblos y ciudades que realizasen lo mismo. En estos dos años de colectas y cobros de tributos, lograron reunir la suma de $50.629 pesos. Transcurridos unos pocos días, el Cabildo de Santiago volvió a realizar una nueva manifestación de fidelidad al rey cautivo (Fernando VII). Como se ve desde el presente, en ese tiempo ya existía la idea de “mostrar una imagen es vital ante los ojos de una masa y de quienes necesitan depositar confianzas en personas, instituciones, corporaciones y gobiernos”.

                La Junta de Gobierno establecida en Sevilla, estaba en conocimiento de las intenciones que poseía Napoleón hacia América, donde el Emperador francés había ya enviado a varios emisarios al nuevo continente con la finalidad de convencer que el emperador francés pensaba en ellas. La Junta de Sevilla temía que los habitantes de las colonias fueran seducidos por esta influencia perniciosa para el Imperio español, determinaron que regresarán a “las Américas”, varios nacidos en ella que prestaban servicios en el Gobierno o en sus fuerzas armadas, con el claro objetivo que contasen el estado de los negocios públicos en la Península Ibérica, la actitud valiente y resuelta del pueblo español por rechazar al francés invasor y de la esperanza de lograr con la ayuda de su nueva aliada, Inglaterra, en su conflicto contra el Emperador, Napoleón Bonaparte. Junto a ello, los emisarios que retornaban a sus tierras, en América, venían también, con el compromiso de reunir los auxilios pecuniarios que se juntasen en cada territorio colonial hispánico, para ayudar a la población española en su guerra contra las fuerzas invasoras de Napoleón Bonaparte. Es así, que con fecha 17 de junio de 1808 eran designados para volver a la Capitanía General de Chile, el Capitán José Santiago Luco y el alférez de navío, Eugenio Cortés; esto permite comprender el porque del retorno de varios oficiales nacidos en Chile, como fue el Sargento Mayor, José Miguel Carrera Verdugo.

                El Capitán José Santiago Luco y el alférez de marina, Eugenio Cortés, habían salido de España junto  al Brigadier José Manuel de Goyeneche, natural de Arequipa, venían, pero, al llegar a Buenos Aires , en agosto de 1808, este ultimo oficial de origen peruano se encontró envuelto en una serie de intrigas; mientras tanto, el alférez Eugenio Cortés fue enviado a la colonia portuguesa del Brasil por orden directa del Virrey Santiago Liniers para hacer entrega de los pliegos escritos por este, a la princesa Carlota Joaquina de Brasil y a su regreso a Buenos Aires debió acompañar al Brigadier Goyeneche al Alto Perú. Solamente el Capitán José Santiago Luco, prosiguió su viaje a la Capitanía General de Chile, llegando a Santiago el día 23 de octubre de 1808, siendo recibido cinco días después en el palacio de Gobierno. El Gobernador García Carrasco, recibía al Capitán José Santiago Luco, el día 28 de octubre, donde debió presentar sus credenciales ante una junta de funcionarios públicos, citados para ello. Producto de este ejercicio político-administrativo, fue reconocido el Capitán Luco como emisario y comisionado de la Junta de Gobierno de Sevilla.

                El Capitán José Santiago Luco mostró ser un personaje totalmente desprovisto de talento alguno y menos tener la capacidad empatía, de una gran indolencia hacia lo que sucedía con otras personas. Su persona era la menos capacitada para entregar las noticias de lo que estaba sucediendo en España y menos, interesar a otros para apoyar la población española en su intento por expulsar al invasor francés. La personalidad del Capitán Luco generó la enemistad del Gobernador García Carrasco, más por cuestiones frívolas de etiqueta que por las noticias que traía, llevando a este último a tener que elegir a otro funcionario para recaudar fondos para socorrer a la Madre Patria.

                Para junio de 1809, se había logrado reunir una buena cantidad de dinero, recibiendo la misión de transportarla, el alférez de navío Eugenio Cortés, que por esos días había regresado a la Capitanía General de Chile, procedente de Rio de Janeiro. Eugenio Cortés salía ese mismo mes en dirección a El Callao con la remesa reunida, la cual, ascendía a 198.189 pesos en monedas de oro y plata; producto de la consolidación decretada por cédula del 26 de diciembre de 1802, unos 50.269 reunidos por otras acciones, siendo sólo 36.500 pesos, se debieron a donativos voluntarios. Posteriormente al envío de estas remesas, se expidieron en los primeros meses del año de 1810, 5.000 pesos recolectados por donativos, que serían los últimos en ser enviados desde la Capitanía General de Chile, dado que el Gobierno Nacional instalado el 18 septiembre de ese año, impidió despachar nuevos caudales hacia la Península Ibérica.

                Desde el año de 1808 hasta la fecha de conformación de la Junta de Gobierno, en 1810, las posturas al interior del país se habían radicalizado dentro de la Capitanía General de Chile y quienes tenían alguna cuota de poder dentro del Estado, despertando en muchos de los habitantes y de las familias de mayor alcurnia e injerencia, el sueño de emancipación.  La idea de independencia en el correr de dos años de haber jurado la población su fidelidad al rey cautivo, muchas personas comenzaban a optar por aquella idea de autogobernarse de forma independiente al Imperio español. Aunque los habitantes del país mantuvieron su interés por los hechos ocurridos en España, el alto grado de perturbación interna los llevaba a ver que el deseo de independizarse como alternativa para frenar aquellas conductas en contravenían lo establecido y la paz existente en el país. Estas verían un incrementó hacia la posición monárquica y colonial, por las acciones en las cuales se vio envuelto el Gobernador Francisco Antonio García Carrasco; quien con su actuar, había agitado aun más la opinión de la población y aumentado las complicaciones político-administrativas del país, afectando incluso el envió de caudales en apoyo a la guerra que estaban dando los españoles, conocida, también, como: “Guerra de la Independencia de España”. El comportamiento del Gobernador, García Carrasco, llevó a la población de Santiago y sus alrededores a presionar a las autoridades para que este renunciara, dando así, la necesidad de establecer una Junta Nacional de Gobierno, la cual, hasta hoy en día, es considerada su creación como el primer acto de emancipación contra el Imperio español.

 

               

                 


lunes, 30 de junio de 2025

Campañas del Sur: 4. Las Colonias en América se mantiene leal al Rey Fernando VII

 

                      


 

                Producto de la cercanía de la Capitanía General de Chile con los Virreinatos de La Plata y del Perú, siendo de este último su dependencia político-administrativa, pero en la inmediatez informativa recurría a la procedente del primer Virreinato mencionado, y en especial de la arribada desde la ciudad de Buenos Aires. Mientras el Virrey del Perú, Fernando de Abascal, siempre se mantuvo leal al rey Fernando VII, el Virrey de las provincias de La Plata, Santiago Liniers y los oidores trasandinos, al igual que muchos funcionarios dentro de lo que hoy se conoce como Latinoamérica, se mostraban indecisos y determinados a jurar lealtad a quien se viera como triunfador y les asegurase, de forma muy conveniente, la conservación de sus puestos.

                La conducta vacilante e incierta de las personas que poseían un cargo dentro de la administración colonial, atrajo los reproches de la población, generando una gran intranquilidad en los miembros de los gobiernos coloniales americanos y al parecer, fue una de las causas que acelerarían el proceso emancipador americano. La conducta decidida y segura de los habitantes de las colonias americanas se hizo sentir en todas las regiones, evitando de esta forma que las primeras intenciones de los gobernantes no fructificaran y en ninguna colonia española en América. Aunque, en España, se reconoció a José Bonaparte como Emperador, y a pesar que la población se sublevo contra el invasor, los nobles, altos funcionarios y cortesanos en Madrid y Bayona habían jurado y reconocido como soberano a José Bonaparte.

                “Cuando se conocen en sus pormenores los sucesos de aquella época, y se pueden apreciar las formas legales con que se revistió la proclamación de José Bonaparte, sancionada por gobierno existente en Madrid, se comprende que los gobernadores españoles en América debían creerse, en cierto modo, obligados a obedecerlas, aparte de que en este reconocimiento veían la conservación de sus títulos, rentas y honores. Así, el mismo gobernador de Montevideo, don Francisco Javier Elío, que más tarde desplegó tanto ardor en la defensa de los derechos de Fernando VII, estuvo inclinado en los primeros momentos a reconocer el gobierno impuesto a España por la invasión francesa, y sólo se abstuvo por la actitud resuelta del pueblo. El viajero Mellet, que había llegado a Montevideo con el séquito del emisario francés y que fue sometido a prisión con sus otros compatriotas, escribe a este respecto lo que sigue: “Me hago un deber publicar aquí los elogios de este digno Gobernador (Elío), y yo no sabría recomendar bastante la buena conducta que observó con nosotros. Gracias a sus bondades, nosotros no carecíamos de los objetos más necesarios; y llegó a creer que de todo corazón habría puesto término a nuestro cautiverio, si no hubiese temido al odio de un pueblo enfurecido, único motivo que lo obliga a considerarnos como criminales. Los sentimientos de benevolencia que demostró después por la nación francesa me confirman en esta opinión”. (Historia General de Chile, Barros Arana, Diego. Tomo VIII. Capítulo Primero. Página 34. Centro de Investigaciones Diego Barros Arana. Editorial Universitaria. Segunda Edición. Santiago de Chile. 2002).

                Durante el mes de septiembre del año de 1808 las noticias que llegaban a la Capitanía General de Chile, procedente de Buenos Aires, diferían unas de otras; así las ultimas fueron muy distintas a las primeras informaciones. Lo primero que había llegado fue el apresamiento del Rey Fernando VII, quien quedaba cautivo en Bayona, junto a su padre y predecesor en la corona española, Carlos IV. Se informaba sobre alzamiento de la población española en contra del invasor francés. De la crueldad de las tropas francesas contra la población española. De la conformación en Sevilla de una Junta de Gobierno que tomaba la representación de la Nación en nombre del Rey Fernando VII. Sobre los triunfos de los ejércitos conformados por la población española contra los franceses. La victoria española en Bailén, batalla que creaba la esperanza que pronto serian expulsados los invasores franceses del istmo ibérico. Producto del giro de las informaciones los gobernantes americanos, inclinados a reconocer sin ningún temor como emperador de España a José Bonaparte, se vieron forzados a cambiar de opinión, más al apreciar la determinación no sólo del pueblo español, si no, también de los nacidos en las colonias americanas por combatir al invasor francés.

                Es un fenómeno muy especial el ver en la actualidad como la población de las colonias americanas, optaba por guardar fidelidad al Rey Fernando VII, y el el deseo de luchar contra el invasor francés por un monarca que nuca habían visto. Aquella decisión de la población de América Hispánica condenando la usurpación del trono y considerada como un acto de deslealtad por parte de Napoleón hacia un aliado, por ello nunca seria reconocido el impuesto rey, José Bonaparte. La población colonial española en el continente americano recibía la información del actuar de su ex aliado y ahora invasor, por los emisarios enviados por el mismo Napoleón y devueltos por el Virrey del Rio de la Plata, Santiago Liniers. El emperador francés, Napoleón Bonaparte, vio el fracaso para seducir e imponerse dentro de las colonias españolas y como la población generaba una espontánea resistencia hacia él, reconociendo con disimulado despecho, el derecho que tenían los pueblos de América española a su independencia. Esto último seria uno de los detonantes del desarrollo de las ideas emancipadoras dentro de los países americanos, y colonias de España.

                “España y Portugal son el teatro de una furiosa revolución. La fuerza, el poder y la apacible moderación del Emperador les volverán a dar los días de paz. Si España pierde sus colonias, ella habrá tenido la culpa. El Emperador no se opondrá jamás a la independencia de las naciones continentales de América. Esta independencia ésta ligada al orden necesario de los acontecimientos: lo está al de la justicia y lo está también al bien entendido interés de todas las potencias. Francia es la que estableció la independencia de los Estados Unidos de la América Septentrional. Ella es la que contribuyó a cimentar el de varias provincias. Ella estará siempre pronta a defender su obra. Su poder no depende del monopolio. No tiene interés contrario a la justicia. Nada que pueda contribuir a la felicidad de América se opone a la prosperidad de Francia, que fue siempre bastante rica, y que la vería con gusto tratada con igualdad entre todas las naciones y en todos los mercados de Europa. Sea que los pueblos de México y del Perú quieran estar unidos a la metrópoli o sea que quieran elevarse a la alta dignidad de una noble independencia, Francia jamás se opondrá a ello con tal que estos pueblos no contraigan relaciones intimas con Inglaterra. Para su prosperidad y su comercio. No necesita la Francia vejar a sus vecinos ni imponerles leyes tiránicas”. Estas fueron las palabras expuestas por Napoleón Bonaparte en la sesión que se abrió por parte del cuerpo legislativo francés el 3 de diciembre de 1809. (Historia General de Chile, Barros Arana, Diego. Tomo VIII. Capítulo Primero. Página 35. Centro de Investigaciones Diego Barros Arana. Editorial Universitaria. Segunda Edición. Santiago de Chile. 2002).

                Las palabras expuestas por Napoleón Bonaparte, eran un manto que ocultaba el despecho de ver frustrados sus planes sobre América y para muchos americanos, las palabras emitidas por Napoleón, fueron un guiño a las ideas de independencia que surgían dentro de la población criolla o de españoles nacidos en colonia. Se despertaba de esta manera en los españoles nacidos en el continente americano el anhelo de lograr la emancipación y autogestión político-administrativa del territorio, convirtiendo a cada país del continente en un Estado independiente reconocido a nivel mundial.



                Las colonias americanas afectadas por las noticias de los hechos sucedidos en Europa, y en particular en España, a los que agregabanse los sucesos acontecidos en los Virreinatos y dentro de las mismas capitanías, en especial en la Capitanía General de Chile, produjeron, - en específico para este relato-, en sus Cabildos y pueblo, que se pronunciasen en favor del rey Fernando VII y en contra del Emperador francés impuesto. Las ideas que expresaron con anterioridad, “los Tres Antonios”, en Chile, habían llegado a gran parte de la población, las cuales hacían ver, que, con la creación de la Junta de Gobierno, se encontraba también, el deseo de lograr la emancipación del país. A pesar que las noticias arribadas al país, llegaban con un retraso de dos meses de ocurridos, los habitantes de esta región en el confín del mundo, estaban bien informados y atentos a las noticias que venían desde los virreinatos o directamente de España a través de los puertos existentes en Chile, o simplemente que traían quienes retornaban al país. Es así, que el 10 de septiembre de 1808, se acusaba recibo de una nota que había sido despachada con fecha 17 de agosto por el Virrey del Río de La Plata, Santiago Liniers para el Gobernador de la Capitanía General de Chile, donde relataba la detención del Rey Fernando VII por tropas de Napoleón que habían ingresado a territorio español bajo el pretexto de invadir Portugal.

En la Capitanía General de Chile y en especial en la que sería en un futuro su capital, Santiago, hacía tiempo que reinaba una gran inquietud sobre los acontecimientos que estaban ocurriendo en toda Europa, en especial en España y la gravedad de ellos, llevaban a sus habitantes a exigir a las autoridades que la información fuera más frecuente de lo que estaba siendo.  Es así, que el Cabildo de Santiago, en un acuerdo fechado el 9 de septiembre, tomaba la resolución de procurar los recursos necesarios para establecer un correo mensual entre el país y las Provincias Unidas de la Plata, llegando incluso a efectuar sus miembros y las personas de la más conspicua sociedad santiaguina un aporte monetario para que esto resultase.

                La situación que vivía España no sólo inquietaba a las autoridades de la Capitanía General de Chile y a las familias más connotadas de la sociedad criolla del país, sino también, a la población existente en cada provincia y pueblo dentro de lo que era Chile colonial. Esta inquietud se vio apaciguada en parte por la carta que remitió el Virrey Santiago Liniers al Gobernador de la Capitanía General, Antonio García Carrasco, con el cual mantenía un constante intercambio de misivas. Se suponía que producto de las noticias que expresaba, acababa con las dudas e incertidumbres imperantes en el país sobre lo que estaba ocurriendo en el exterior, al entregar una información acerca de la gravedad de lo que estaba pasando en España; dado que los reyes de España (Carlos IV y Fernando VII), victimas del engaño y las insidiosas intrigas de Napoleón Bonaparte, se hallaban prisioneros en territorio francés. Dejando en claro que España quedaba sometida a una fuerza militar napoleónica de cien mil soldados, precedidos de la reputación de invencibles y además, que la nobleza española y las autoridades de la metrópoli habían reconocido como su emperador a José Bonaparte; mientras en Sevilla se organizaba una Junta para proteger la administración de la Nación española y por ende del Rey Fernando VII. Los poderes de la Unta de Sevilla estaban limitados a una parte de la población, por que muchos no la reconocían. También exponía de los auxilios de los ingleses que enviaban a la insurrección española y de la probable alianza entre las dos naciones para luchar contra el invasor francés.

                Las noticias recibidas produjeron en los habitantes del país una profunda perturbación en sus ánimos. Muchos habitantes, en especial quienes ostentaban algún cargo en la administración colonial, opinaron que era imposible no dejar de reconocer a José Bonaparte como el nuevo Emperador de España y sus colonias, fundamentándose en la renuncia obligada que hicieron los reyes de España, y que había sido aceptado por la nobleza española y de los altos funcionarios del poder público en Madrid y Bayona, y sostenido por la fuerza de los cien mil franceses, que se juzgaba irresistible. Esto no afectó para que los habitantes de Chile, sus dirigentes políticos y las familias más connotadas se mostraran con una lealtad inalterable en favor del Rey Fernando VII, como su monarca legítimo, al igual que en otras regiones de América. En los días posteriores a la información arribada de Buenos Aires, las calles de Santiago se llenaron de proclamas manuscritas que circularon de mano en mano y buscando persuadir a la población del país, excitando los sentimientos a favor de la monarquía de los Borbones en España y odiosidad contra todo lo que fuera francés. El clero secular y regular juramentaban su fidelidad en favor del monarca aprehendido por Napoleón. Los religiosos de las diferentes ordenes procedían a realizar una serie de rogativas y procesiones en las ciudades y campos, para que la protección del cielo cayera sobre quienes defendían la Nación española y la legitimidad del trono por parte de Fernando VII. En sus sermones se mostraba que Napoleón Bonaparte y sus tropas profanaban las iglesias, -en especial los Mamelucos-, burlándose del culto a Dios y a Cristo y bautizando a sus corceles con el nombre de los santos católicos; llevaron que la predica en los púlpitos católicos, se refiriera a la perversidad de los invasores franceses, dándoles el nombre de “impíos, perjuros, paganos y abortos del infierno”.

                 Los acontecimientos en España generaron una honda preocupación en todas las colonias de América; y en Chile, dentro del Cabildo de Santiago, llevando a sus miembros a buscar la forma de cómo podrían socorrer a la Metrópoli y de colocar a la Capitanía General en estado de defenderse contra toda agresión extranjera. El Cabildo junto a las personas más destacadas de las familias más reconocidas de la sociedad santiaguina, buscaron la forma de reunir los recursos para ser enviados a la valiente población española en su guerra contra el invasor francés. Con el deseo de darle una nota de formalidad y seriedad, el Cabildo solicitaba que el Gobernador de la Capitanía General de Chile, Antonio García Carrasco, se integrara en calidad de Regidor Auxiliar a esta. García Carrasco, declinaría esta invitación, llevando al Cabildo a elegir a tres de sus miembros para que tomarán parte en las deliberaciones. Uno de ellos fue su propio asesor, Juan Martínez de Rozas, considerado muy versado en negociaciones administrativas y de Estado. García Carrasco como Gobernador acepto todo lo realizado por el Cabildo y este organismo en sus deliberaciones desarrollaba la asamblea que debía ver las formas de procurar el apoyo a la Metrópoli y la creación de una defensa disuasiva contra todo intento de invasión por fuerzas extranjeras, contrarias al imperio español. Los miembros del Cabildo demostraron una gran actividad para responder a la responsabilidad depositada. Una semana estuvieron planeando y organizando las formas y la obtención de recursos para establecer la defensa del país contra todo invasor extranjero y de enviar ayuda a la Metrópoli.  Declaraban el día 19 de septiembre, la finalidad de sus propósitos: “de hacer ver al extranjero que los chilenos querían ser sólo españoles, vivir bajo la dominación del incomparable monarca Fernando VII, sostener el nombre de España y confundir la perfidia demostrando que preferían el vasallaje de esa nación al de todo el mundo”. (Historia General de Chile, Barros Arana, Diego. Tomo VIII. Capítulo Primero. Página 36. Centro de Investigaciones Diego Barros Arana. Editorial Universitaria. Segunda Edición. Santiago de Chile. 2002).

                El Cabildo exponía al Gobernador lo que debía hacerse para la defensa del reino, mostrando la necesidad en colocar sobre las armas, a diez mil soldados de Milicia en el obispado de Santiago y seis mil en el de Concepción, a los cuales se debía disciplinar y listos para acudir a donde fuese necesario, pero sin dejarlos de atender sus trabajos, porque no se les daría estipendio alguno. Para armarlos, se comprarían diez mil fusiles con sus respectivas fornituras, seis mil pares de pistolas y seis mil sables, producto que los machetes construidos en tiempos del gobierno de Muñoz de Guzmán no eran útiles para una caballería reglada. Junto a ello, se mandaron a pedir la construcción de cincuenta cañones de bronce a Lima, unos de Campaña y otros para fortalezas, con su munición respectivas y solicitándole al Virrey del Perú, Fernando de Abascal, ochocientos quintales de pólvora. En ese tiempo se suspendieron todas las obras que no tuvieran el fin de establecer defensas contra los posibles invasores o los enemigos de Estado.

                Si se ve a la economía como un proceso humano, donde se busca ordenar y distribuir los escasos recursos existentes, es decir, la búsqueda de una forma de administrar los bienes y recursos existentes de modo eficaz y razonable, teniendo en cuenta que estos (los bienes y recursos), son escasos y limitados. El Cabildo de Santiago, visualizaba en esos tiempos previos a la creación de la Junta de Gobierno que, “si no se auxiliaba al real erario con nuevos impuestos”, no podrían desarrollar el proyecto de defensa, viéndose en la imperiosa necesidad de hacer varias asambleas para ver qué era lo más factible de hacer, bajo la percepción que el erario nacional, era la razón productiva del país y el único recurso para la creación de fuerzas militares bien pertrechadas que disuadieran a cualquier extranjero intentar invadir a la Capitanía General de Chile.  Los miembros del Cabildo llegaron el día 22 de septiembre, con la idea de sesionar con el claro objetivo de aumentar durante un año la mayor parte de las contribuciones existentes, imponiendo a panaderos, bodegueros, empleados públicos y comerciantes según sus rentas, y así formar un caudal de dinero que fue denominado “fondo patriótico”; sería el mismo Cabildo, quien asumió la responsabilidad de la inversión del recurso recolectado, dejando a una persona de su responsabilidad a cargo de las llaves de la caja donde se guardarían. Junto a esta acción, al día posterior a la reunión, propusieron, también, un plan de economía, basado en la reducción de personal en algunos trabajos y servicios públicos, creyendo que así reducirían unos diez mil pesos cada año. La política de disminuir el recurso variable, ya en esos tiempos comenzaba a ser ejecutado previa planificación y creencias.

            En ese tiempo la situación existente en el país, no sólo dejaban en claro la pobreza del tesoro real existente en la Capitanía General de Chile, sino lo dificultoso que serie el poder cumplir lo proyectado (creación de tropas y adquisición de armas, municiones y fornituras), y así, poder hacer frente al probable invasión de fuerzas extranjeras al territorio de la Capitanía General de Chile. Aquella presumible incursión por tropas napoleónicas, cuyo emperador era mirado como el usurpador al trono de España, motivaba y lograba cohesionar a la población del país, generó todo el deseo de poseer una serie de batallones bien armados e instruidos, cuyas formaciones fueran con gente nacida en Chile. La fuerte influencia religiosa, sumado a las noticias que llegaban, hicieron que la población de América y para efectos de este relato, la existente en Chile, mostraban una firme decisión de reconocer como único soberano a Fernando VII; esto, también ocurría y de la misma manera, en los Virreinatos de La Plata (Argentina, Uruguay), Nueva Granada (Colombia, Ecuador), Nueva España (México), en todo estos dominios la gente se mantuvo leal al monarca cautivo, y poco a poco comenzarían a radicalizarse hacia los deseos de emancipación.



                 Se debe considerar la idea, desde tiempos, que el humano se ha reunido en grupos y el despertar de los deseos de hegemonía y dominio sobre territorios y seres de su misma especie, se ha intentado ejercerr a través de métodos de coerción, persuasión e incluso de seducción. Producto de ello, del surgimiento del lenguaje y de nuevos sistemas que permitieran al hombre en su evolución tecnológica e intelectual informar y lograr comunicarse a distancia con otros sujetos,  también con ellas el engaño y la mentira se perfeccionaban junto a. lass nuevas tecnologías que iban apareciendo. “El, miente, miente, miente, porque siempre algo queda”, atribuido al Ministro de Propaganda Nazi, Joseph Goebbels, es más antiguo que a quien se le es indicado. Producto de ello, en los comienzos del siglo XIX y finales del XVIII, en las colonias de América pertenecientes al imperio español y afectadas por los sucesos que ocurrieron en España y el Rey Fernando VII, surgieron una serie de informaciones, que, permitieron el desarrollo de una serie de ellas, tanto por vía oral, cartas, actas, los periódicos que se redactaban en esos tiempos y todo tipo de misivas procedentes del viejo continente (Europa). Las intenciones en ese tiempo, tenían como finalidad generar la incertidumbre y el temor en las poblaciones, en especial en las personas que demostraban la determinación de oponerse al dominio napoleónico de España.

Los habitantes de América en sus demostraciones de exaltada fidelidad a Fernando VII, aprehendido por las fuerzas napoleónicas y enviado junto a Carlos IV-su padre-  cautivo a Bayona, en calidad de rehenes, en sus ansias por saber de los acontecimientos que se vivían en España, prestaban atención a todo tipo de informaciones, rumores e historias,  las cuales eran tan disimiles unas a otros, -dependiendo de quién era su emisor-,  generando alarma y preocupación, no sólo a los españoles avecindados en América, sino, también, a los que habían nacido en estas tierras. Dentro de las noticias esparcidas, se contaba una donde se hacía mención acerca de la carencia de poder legal que la Junta de Gobierno instalada en Sevilla tenía, y por ello no podía arrogarse la representación de la metrópoli y de las colonias. En otras notas se expresaba que España, envilecida y debilitada por el mal gobierno de los últimos años, no podría resistir el poder invencible de los ejércitos napoleónicos y que sería sometida y obligada a reconocer al monarca extranjero. Todo esto no impidieron que las personas dentro de las colonias tuvieran la percepción que el imperio se encontraba acéfalo, al no estar el Rey, no existía organismo que, en su deseo de mantener y cuidar el poder del soberano, evitara el cuestionamiento dentro de las colonias, en cuanto a qué debían hacer estas, privadas del monarca natural para mantenerse libres de dominación del usurpador. Esta percepción generaba en las personas en América se temas de conversación y fuertes disputas en las calles, reuniones, saraos y en todo lugar donde los sujetos se reunían. Estos debates serian la iniciación del germen de  los deseos que surgieron posteriormente en el continente americano, en cuanto al sueño de emanciparse del imperio.

 

La IA un reto para el Periodismo


Proyectar lo que hoy se vive como si fuera sacado de una película de ficción, transformando cada film realizado en una verdadera ciencia ficción y convertirse en culto, como lo fue "Star Treck", con su intercomunicador, el cual desde la década de los noventa, finales del siglo XX, se transforman en realidad cuando aparecen los celulares en su  formato de mano, evocando a como se comunicaba el señor Spock, el Capitán James Kirk con la Teniente "Uhura". A esta tecnología se suma la tele-transportación, la holografía,  la video conferencia y bueno, los viajes interestelares.

En este nuevo entorno global que se abre a nuestros ojos y sentidos, lleno de bruscos y violentos cambios en el camino que supuestamente el mundo estaba direccionado, donde los acontecimientos aparecen de forma repentina y las causas de aquellos, se han mantenido ocultos al público o a las personas comunes que conforman las sociedades en el planeta, llevan a ver que el Periodismo ha ido perdiendo el atractivo de ser el ente vital para informar a las diferentes audiencias. Los medios tradicionales se enfrentan a una situación compleja, tal vez, articulada por ideologías que aún no se logran conceptualizar como tales dentro del ámbito profesional de las comunicaciones y se siguen percibiendo solamente como pensamientos económicos que luchan en una dicotomía entre "Más Mercado y Menos Estado o Menos Mercado o Más Estado". Bajo esta situación los profesionales de la comunicación se ven enfrentados a un nuevo desafío, con la aparición de la "Inteligencia Artificial", (AI). Incluso Facebook y Twitter ( hoy "X"), han caído bajo esta situación de pérdida de confianza por parte de los usuarios de estas redes sociales. 

Los desafíos para quienes ejercen alguna función comunicativa, se abren en un abanico que parece irse ampliando con el transcurrir del tiempo. Surgen las primeras ideas de carácter economicista, como es pensar en "Invertir más en canales directos", "recortar costos", "mayor inversión en plataformas alternativas", "más gastos en publicidad y marketing", "Elaboración de otras estrategias", "venta del medio de comunicación o formar alianzas con otras y así convertirse en una corporación mediática como son hoy las radiales o televisiva o grupos de prensa escrita)". 

Hoy toma gran preponderancia "WhatsApp", el sistema de mensajería que ha ido evolucionando a otras acciones dentro del proceso comunicacional humano. Y bueno, los beneficios, desafíos y riesgos que guarda la Inteligencia Artificial, son infinitos, no sólo para la actividad profesional de periodista, sino también, en toda las actividades del humano en sociedad.

Desafíos y Riesgos en la IA en el Periodismo


1.- Precisión y Veracidad
.- La IA puede cometer errores y difundir información falsa, lo que puede afectar la credibilidad del periodismo, ya hoy en día muy cuestionada por el público,

2.- Sesgo y Parcialidad.- La IA puede reflejar los sesgos y parcialidades de sus creadores y de los datos que se utilizan para entrenarla.

3.- Pérdidas de Empleos.-  La automatización del periodismo, podría llevar a la pérdida de empleos para los periodistas y otros profesionales de la comunicación.



Ética y Responsabilidad:

1.- Transparencia: Los periodistas y los medios de comunicación deben ser transparentes sobre el uso de la IA en la creación de contenidos y en la investigación
2.- Verificación: Los periodistas deben verificar la información generada por la Inteligencia Artificial, con el fin de asegurarse que el contenido sea preciso y veraz.
3,. Responsabilidad: Los periodistas de los diferentes medios de comunicación, deben asumir la responsabilidad por los errores e inexactitudes que se comentan en el uso de la Inteligencia Artificial.






1.- Colaboración Humana-IA
:
El futuro del periodismo puede involucrar una colaboración más estrecha entre los periodistas  y la IA, donde esta última desarrolla las tareas rutinarias y el profesional de las comunicaciones enfocándose en tareas más creativas y de investigación.
2.- Desarrollo de Habilidades: Los Periodistas deben desarrollar habilidades en el uso de la Inteligencia Artificial y en la interpretación de los datos  y la información generada con su ayuda.
3.- Innovación y Experimentación: El periodismo y sus profesionales deben ser innovadores y con gran interés y capacidad de experimentar en el uso de la IA, buscando nuevas formas de crear contenido y de vinculación con sus lectores o audiencias y los visitantes o espectadores.



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domingo, 29 de junio de 2025

Manual de periodismo

 





Áreas del Periodismo

 



"El Periodismo es una profesión que se enfoca en la búsqueda, verificación y difusión de la información a través de diversos medios de comunicación y comprende varias áreas "

1.- Periodismo Impreso.- Se refiere a la prensa escrita como diarios y revistas.

2.- Periodismo Digital.- Incluye noticias en línea, blogs, y sitios web especializados en la entrega noticiosa.

3.- Periodismo Audiovisual.- Comprende a la radio, la televisión y los diferentes medios de comunicación línea que utilizan imágenes y sonidos.

4.- Periodismo Deportivo.- Se centra en la cobertura de eventos y noticias relacionados con el deporte.

5.- Periodismo de Investigación.- Implica investigaciones profunda o "a fondo", y análisis detallados de temas complejos.

6.- Periodismo de Opinión.- Incluye Artículos de opinión, editoriales y columnas de expertos.