domingo, 29 de junio de 2025

Las Campañas del Sur 2.- La Ruina del Sistema Colonial

 

Ruina del Dominio Colonial

 


                El fallecimiento del Gobernador de la Capitanía General de Chile, Don Luis Muñoz de Guzmán, de forma repentina el día 11 de febrero de 1808, será el comienzo del proceso que llevaría a la emancipación del país. Aquel triste suceso, llevo a la Real Audiencia a reunirse de forma apresurada en la mañana de ese mismo día, para escoger, en calidad de interino, a quien reemplazaría al difunto presidente.  Basándose en la real orden del 23 de octubre de 1806, donde el Soberano (Rey Carlos IV), dispuso: “en todos los Virreinatos y gobiernos de Indias en que haya Audiencia, recaiga el mando político, militar y presidencia, en los casos de muerte, ausencia o enfermedad del propietario, en el oficial de mayor graduación que no baje de Coronel efectivo de ejército, no habiendo nombrado S.M. por pliego de providencia; y que en el caso de no haber oficial de dicha clase o mayor, recaiga en el oidor decano y no en el acuerdo.”  (Historia General de Chile. Tomo VIII, Barros Arana, Diego. Parte Sexta: Primer periodo de la Revolución de Chile de 1808-1810. Capítulo Primero. Página 10. Editorial Universitaria. Centro de Investigaciones Diego Barros Arana. Editorial Universitaria. Segunda Edición. Gráfica Andros. Santiago, Chile. Enero 2002).

                La discordia entre los poderes dentro de la Capitanía General de Chile, surgió ante lo dispuesto por la Real Audiencia, al ver que varios militares no aceptaron acatar la resolución establecida, por ley, por la institución de la administración colonial.  El cargo de Gobernador Interino, fue otorgado al oidor de Regencia Juan Rodríguez Ballesteros; designación que, aparentemente, la oficialidad del ejército, consideraba arbitraria al interpretar la norma expuesta en el primer párrafo y denigrante para los militares en servicio en el país. Siempre es importante colocar un ejemplo de esto, que ha ido marcando un derrotero que llevaría al deseo de emancipación de Chile, el evento relatado en los párrafos anteriores era una de varias causas internas y externas que se desarrollaron en país y el mundo. Era el coronel, Luis de Álava, el Intendente de la ciudad de Concepción, quien además ostentaba el grado de caballero de la orden de Santiago y ser miembro de una de las familias más distinguidas de España que ha entregado a este país e imperio algunos notables militares y marineros. El coronel, don Luis de Álava, había llegado a Chile en el año de 1789, con el grado de Teniente Coronel y nombrado por el mismo rey Luis IV, como Gobernador del puerto de Valparaíso, del cual es sacado para ser nombrado como Intendente de Concepción y el ascenso al rango de coronel de infantería, bajo la real orden del 2 de diciembre de 1795.

                El coronel Luis de Álava, destacaba por su comportamiento celoso por el servicio del Rey, pero ya anciano destacaba aún más, carecer de inteligencia en sus acciones, testarudo y con la habilidad de entrometerse en todo orden de negocio y mostrándose inflexible en el cumplimiento de las ordenes reales y creyendo que su misión, como poder público, era templar las costumbres por medio de bandos, de la misma forma que otros sujetos que ostentaban altos cargos a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX. Don Luis de Álava se ganaba así la animadversión de los habitantes de la provincia de Concepción, pero no tuvo ningún menoscabo en sumando, e incluso se vio fortalecido dado que el Rey lo había confirmado en el mando superior de las armas de la provincia, a pesar que habían oficiales de mayor graduación y antigüedad que él, como lo era el Brigadier Pedro Quijada, a quien por normas coloniales dictadas por el poder monárquico le correspondía el mando de las fuerzas militares de la provincia. 

                El Brigadier Pedro Quijada poseía varios años en servicio en el ejército colonial en Chile y tenía el grado de Brigadier otorgado por Real Cédula del 4 de septiembre de 1795, por lo cual sus pretensiones, estaban avaladas por las normas reales establecidas para la asignación de cargos y mando dentro de las colonias y de la Capitanía General de Chile. Los juegos políticos comenzaron a mostrarse y de los cuales, al parecer, han sido heredados hasta el día de hoy, donde el juego de intereses y nepotismo; las “virtudes”, de familia son consideradas heredadas por quien aparece nominado a un cargo o mando, aunque carezca de los dotes para desempeñarlo. Así, lo protestado por el Brigadier Pedro Quijada, para que fuera asignado el mando de las armas de la provincia, fue sometida el litigio por este cargo que tenía con el coronel Luis de Álava, al mismísimo Rey español, para que el resolviera, aunque basándose en la Real Orden emitida el 24 de junio de 1798, exponía que aquel privilegio lo tenía el Intendente de la provincia, no importando el grado de los otros militares que residiesen en la región. Luis de Álava no tenia mas superiores que el Gobernador de la Capitanía General de Chile y Capitán General del país.  Así el cargo quedaba en las mismas manos de quien ejercía las funciones de Intendente de Concepción.

                Pedro Quijada era un hombre de unos sesenta y cuatro años, con una salud bastante quebrantada, lo cual lo imposibilitaba salir de casa, lo cual llevaba al Rey a nominar con el mismo rango de brigadier a Francisco Antonio García Carrasco, el día 23 de noviembre de 1806. García Carrasco, como se verá en el desarrollo del libro fue un personaje oscuro, aunque diez años menor que Pedro Quijada y, por lo tanto, se mostraba más fuerte y vigoroso. Antonio García Carrasco, fue uno de aquellos militares de oscuro proceder, escaso prestigio, de poco animo que permitiría a Luis de Álava y su arrogancia ser vilipendiado, si no fuese que a su lado un hombre enérgico, seguro y firme en sus convicciones, que llevaría a García Carrasco poder tomar el cargo de Gobernador Interino de Chile. Esta persona era el joven abogado de origen trasandino, arraigado en la región de Concepción, y acérrimo independentista, Don Juan Martínez de Rozas.

                Las intrigas políticas de ese tiempo, donde los nexos y amistades eran parte relevante para el sostenimiento de sujetos, que por su avanzada edad o por sus escasas capacidades se sostuvieran en cargos dentro de la administración colonial e incluso en puestos como el de Gobernador de la Capitanía General de Chile, permitieron mostrar a la figura de Juan Martínez de Rozas, como un personaje hábil, cuya actitud o comportamiento de claro oscuro proceder, lo llevaron a encumbrarse a un liderazgo político superior a quienes poseían los más altos cargos en el país. El Doctor Rozas, se convertía en una verdadera institución de una sola persona y potencia en las regiones al Sur del rio Ñuble. Los estudios en derecho en la Real Universidad de San Felipe, en jurisprudencia civil y administrativa y su conocimiento del latín, lo que le había permitido leer varios libros escritos en este idioma. Lo hacían un hombre de una cultura superior, constituyéndose en uno de las personas con un saber superior a la media de quienes ostentaban cargos públicos y muy superior al de los habitantes de nuestro país.

                En ese tiempo, dentro de las colonias del Rey existía lo posibilidad para que las personas se instruyeran, permitiendo que muchos criollos o españoles nacidos en las colonias tuvieran un buen acervo cultural, lo cual, Rozas aprovecho para adquirir mayor preparación y saber. Juan Martínez de Rozas, además tenía conocimiento de francés, que le permitía realizar traducciones hacia y desde ese idioma, Mientras vivió en Santiago desempeñando las funciones de Asesor de la Capitanía General, se había imbuido en las escuelas filosóficas del siglo XVIII y se familiarizaba con las doctrinas que buscaban acabar con los cimientos de toda organización del viejo régimen monárquico, en los libros existentes en la biblioteca de José Antonio Rojas.  El abogado Juan Martínez de Rozas, en Concepción, se había transformado en una persona pensativa y propagador de las ideas libertarias, que eran absorbidas por jóvenes capaces, inteligentes y resueltos, transformándolo en un sujeto peligroso para las autoridades coloniales y para el Imperio español en la región. Las autoridades españolas, tanto eclesiásticas, militares y civiles, transmitieron al Rey y otros cargos superiores (Virreyes, entre otros), acerca de la injerencia de Martínez de Rozas en el movimiento revolucionario, propagando teorías subversivas en la población joven y perteneciente a las familias más distinguidas del país y de la región de Concepción.

                Dos años antes de la constitución de la primera Junta Nacional de Gobierno, Juan Martínez de Rozas vivía en Concepción distanciado de toda actividad política y cargo dentro del gobierno colonial de Chile, conservando su grado de Coronel de Milicias y el mando de un batallón de Milicia de Caballería Urbana. La muerte de Muñoz de Guzmán, le permitió su retorno a la vida pública. Hábilmente, Martínez de Rozas, exponía a ciertos grupos militares, lo que él comprendía que era ilegal la designación realizada en Santiago para ocupar el gobierno vacante, entendiendo como abusiva y absurda la pretensión del Intendente Álava, cuando reclamaba el mando para sí el mando supremo. Hallándose enfermo y en casa el Brigadier Quijada, correspondía por ley el cargo de Gobernador al Brigadier, Francisco Antonio García Carrasco. Percibiendo que García Carrasco era un personaje oscuro y sin prestigio social, iba a ser él (Martínez de Rozas), quien gobernaría el reino, producto de la gratitud ilimitada que tendría García Carrasco con él. Producto de esta creencia, Martínez de Rozas puso en juego toda su empeño intelectual, político y social para el logro de este objetivo.

                Antonio García Carrasco se encontraba en los años de 1808 en la ciudad de Concepción por orden del difunto Capitán General, se encontró con la carta del regente notificándole acerca de la investidura de su persona como Gobernador Interino. Y con la finalidad de allanarse el reconocimiento de los militares de mayor graduación de capitán, justificaba la reunión a la cual los citaba para el 4 de marzo, en la guerra contra Gran Bretaña, donde se confirmaba la aceptación de todos los militares , que García Carrasco asumiera las responsabilidades, de forma interina, del gobierno político, la presidencia  y la dirección de todas las fuerzas militares en el país; esto por ser el militar de mayor graduación existente en la Capitanía General de Chile. Producto de esta convención, García Carrasco contestaba por oficio al regente que se retrajese de la anterior nominación (Luis de Álava), en la presidencia del país, en carácter interina, apelando para ello en los preceptos imperiales y poder del Rey, a cuyos mandatos no podía omitir.

                Lo anterior llevó a los militares del ejército de la frontera a tomar una actitud opositora a lo propuesto por la Real Audiencia, -como se expresó al comienzo de este capítulo-, generando en esta ultima institución una gran perturbación y temor. Seria las primeras demostraciones de una sublevación que podría transformarse en rebelión que llevaría al derrotero revolucionario independentista mucho antes que la instauración de la Junta de Gobierno del 18 de septiembre de 1810, pero de una forma violenta y por la vía de las armas. Esto logró ser apaciguado por la acción hecha por Francisco Antonio García Carrasco, al remitir una carta al regente donde exponía su beneplácito para ser envestido en el cargo vacante. Aunque no estuvo exento de situaciones de temor o miedo, producto que algunos oidores, faltos de determinación no sostuvieron lo sentenciado por ellos el día once de febrero, dado que, en aquel fallo, aparentemente sin respeto a las normas jurídicas reales, lo cual los llevaba a evadir la responsabilidad que el rey les imponía al realizar la elección de Luis de Álava como Gobernador Interino. En este juego político y de intereses personales, que se mostraba bajo el manto de una vacilación, llevó a los miembros de la institución gubernamental a solicitar al fiscal José Antonio Moxó, barón de Juras Reales, sujeto que en su carácter de magistrado había alcanzado gran fama por haber sido profesor de jurisprudencia en la Universidad de Cervera, en Cataluña y por las relaciones familiares y sociales que poseía. Moxó en su envestidura de magistrado o fiscal, aseveraba que el mando supremo tenía que recaer en el militar de mayor graduación que existiese en todo el reino de Chile y que existiendo dos o más debía ser elegido el más antiguo de ellos. La Real Audiencia aceptando el informe de Antonio Moxó, aparentaba que procedía por lo expuesto por él (fiscal Moxó) y no por la amenaza de sublevación realizadas en sus declaraciones por la Junta de Guerra de los militares existentes en Concepción. La Real Audiencia volvía todo a cero y con fecha 12 de marzo ofrecían al Brigadier Pedro Quijada el cargo de Gobernador Interino.

                Como se expuso anteriormente, el brigadier Pedro Quijada se encontraba agravado por dolencias que le impedían salir de su hogar, dada su edad, por lo cual, su negativa para asumir el mando del país no se dejó esperar, apelando a sus achaques y dolencias que lo llevaban también a su retiro como militar. Producto de ello, quedaba como el único oficial de mayor graduación, el también brigadier, Francisco Antonio García Carrasco, quien recibiría el mando del país, tomando como su secretario a Juan Martínez de Rozas. Ambos sujetos que poseían un abismo de distancia entre las ideas de uno y otro, en ese momento crucial, requerían las virtudes de uno y el cargo del otro para cumplir sus anhelos personales. Francisco Antonio García Carrasco reconociendo sus carencias para la dirección político-administrativos y la gestión de negocios gubernamentales, requería de un sujeto a su lado que fuera hábil y experimentado en eventos jurídicos, políticos y administrativos, que además diera prestigio a su administración y este era Juan Inocencio Martínez de Rozas. En tanto, este ultimo aficionado a la vida pública y aburrido del alejamiento que había sufrido en estos años, aceptaba aquella, aparente modesta posición política de asesor del Gobernador Interino, pero se lleva a suponer a la distancia de los años, que Martínez de Rozas, inspirado en las ideas revolucionarias de los pensadores del siglo XVIII, vio en este nombramiento la coyuntura para el logro de sus sueños emancipadores del país, y que pondrían en dificultades y complicaciones a la administración de García Carrasco. El desarrollo de los eventos posteriores y la acción activa de Martínez de Rozas en ellos, justifican la idea anterior.

                A pesar de todo lo anterior, en el año 1808, nadie en la Capitanía General de Chile, aún los más opositores al régimen imperante y los que con más vehemencia exponían las ideas libertarias, y las reformas políticas y administrativas, podían imaginar la proximidad del proceso emancipador.

 

 


 

 

               

 

 

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